En su origen Ferrol fue un puerto pesquero, pero su desarrollo se debió a Felipe V al reconocer el valor estratégico de su ría y construir el arsenal de A Graña y los astilleros. Ferrol pasó a controlar los intereses marítimos de España en el Atlántico Norte, amenazados por Inglaterra.
Los ingenieros navales levantaron el barrio de la Magdalena, caracterizado por su trazado geométrico, propio de la Ilustración, dando lugar a una ciudad que a finales del s.XVIII alcanzaría los 20.000 habitantes.
En 1800 tuvo lugar el desembarco de la flota británica en la playa de Doniños, en lo que se conoce como la Batalla de Brión.El objetivo era tomar Ferrol y destruir los astilleros, pero las fuerzas locales respondieron con celeridad provocando la retirada de los ingleses.
En el s.XIX, el rey Fernando VII trasladó todas las unidades navales a Cádiz, dejando a Ferrol sin actividad militar ni industria. Años después, el Marqués de Molíns impulsó un plan de rearme naval que reactivó los astilleros ferrolanos. El 13 de octubre de 1858, un Real Decreto concedió a Ferrol el título de ciudad y Ferrol recibió la primera visita real en su historia, la de Isabel II. En este mismo año se produjo en Ferrol la botadura del primer barco a vapor de España, a la que seguiría, ya en 1881, la del primer barco con casco de hierro.
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En las décadas de 1910 y 1920, Ferrol se moderniza: electrificación, traída de agua potable y alcantarillado… También mejora sus comunicaciones (ferrocarril, tranvía eléctrico, puerto comercial) y consigue llegar a los 35.000 habitantes en 1930, pasando a ser la tercera ciudad más importante de Galicia.
Durante la Guerra Civil española Ferrol desarrolló un papel estratégico como el más importante centro de construcción, reparaciones y aprovisionamiento de buques de la España franquista. Tras la guerra, el favor del Estado explica la reactivación de la industria naval en Ferrol, que llegó a emplear a 20.000 obreros.En 1950 Ferrol alcanzaría los 77.000 habitantes.
En la actualidad, Ferrol continúa sufriendo los efectos de la depresión económica de los años 80, como consecuencia de la crisis del naval y una menor presencia militar, más los efectos de la crisis inmobiliaria reciente. Aún así se concluyeron las obras de la AP-9, la autovía Ferrol-Vilalba, la carretera al puerto exterior y la obra del puerto de Caneliñas. Existe un embrión de diversificación industrial, con inversiones de industrias del textil, eólicas, plásticos, químicas, siderurgias, etc, sin olvidar nuevos caminos, como el Turismo. Además, Ferrol registra unos índices de delincuencia tradicionalmente bajísimos.